Entrenamiento Funcional: qué es y cuáles son sus beneficios
La diferencia fundamental entre un entrenamiento funcional y un entrenamiento convencional es que el primero no está orientado a la competición de ningún tipo sino que está fundamentalmente destinado a mejorar la salud y el bienestar general. Los entrenamientos clásicos solían centrarse en ejercicios aeróbicos generalizados sin tener en cuenta las necesidades concretas de las personas que los realizaban. Sin embargo, con el Entrenamiento Funcional, se busca que cada huésped saque el máximo provecho a su cuerpo y a sus movimientos.
Este entrenamiento incorpora lo mejor de cada campo del fitness, teniendo en cuenta la fisiología y la biomecánica funcional del cuerpo humano, la neurociencia y las leyes físicas aplicadas a cada movimiento corporal. De este modo, los ejercicios se realizan a partir del estudio detallado del funcionamiento del cuerpo de la persona y sus condiciones individuales, con lo que permiten obtener resultados optimizados. Por ello, aunque se puede hacer en grupo, se recomienda llevarlo a cabo de forma individualizada con un entrenador personal.
De este modo, además de mejorar capacidades físicas como la fuerza, la velocidad o la resistencia, con el entrenamiento funcional también se trabajan otras capacidades importantes para nuestro día a día como la agilidad, la movilidad, la estabilidad, la coordinación o el equilibrio, corrigiendo también nuestra postura corporal.
Lo bueno de este tipo de ejercicios es que no se realizan con máquinas complejas sino que se pueden hacer con materiales mucho más sencillos (pelotas, mancuernas, cintas TRX…) sin ser por ello menos efectivos y que, además, resultan muy entretenidos para quienes los realizan.
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